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Chaman Teletransportado

Sentado a la grupa

Sentado a la grupa, camino ausente,
muerto en vida con la locura a cuestas;
he relegado tu nombre y tu suerte,
he relegado mi nombre y mi senda.

Perseguidor de sueños y añoranzas,
perdedor de sueños y de alegrías,
he dejado al olvido al mismo Panza,
he relegado a la Dulcinea mía.

Las muchas letras me han sorbido el seso,
como a Pablo sorbieron en su día:
de alanceador de molinos devengo

en matador de botas en porfía.
A cuestas con mi senda me detengo,
rumiando la pérdida en mi agonía.

1 comentario

Tatiana Espín -

Ya Blas de Otero cantó la muerte de Don Quijote, mientras Cervantes contemplaba su alma; pues también él había sido en su día un héroe. Al parecer el propio Cervantes tuvo ya sus referencias metatextuales que le sorberían el seso y acabarían por dejarnos indefensos durante el resto de la eternidad, enfrentándonos a no poder superar nunca más su gran obra literaria. Erigiéndose invictus frente al destino de las letras. Desde entonces, alanceadores de todas las estirpes han venido a vueltas con los molinos y otras grandes obras nos alumbran. En las lanzas de la poesía de la ausencia, César Vallejo reflejó sus propios sufrimientos como “una jauría de remordimientos”. Y José Hierro supo “por el dolor, que el alma existe”. Todos ellos apelaron a la agonía existencial que Juan Ramón Jiménez resumiera en estas palabras: “la vida es este unirse y separarse”. Igual de bien lo sabe, y así sigue la estela de la poesía española, el inédito y desconocido Francisco Giménez, gran amigo y poeta que algún día también oirá cantar los gallos de la aurora.

Viajar es eso, desprenderse en el camino:

Tan pobre me estoy quedando
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.
(Antonio Machado)